La Falsa Idea de que Amar es Callar

Te dijeron que el silencio era amor. Te dijeron que la amabilidad era santidad. Te dijeron que si solo te quedabas callado, mantendrías la paz. Pero ahora tus hijos te odian. Tu iglesia está dividida. Y la verdad está sangrando en las calles. Es una de las cosas más difíciles que un cristiano fiel hará alguna vez: hablar la verdad cuando todo a su alrededor dice: “Guarda silencio. Sigue la corriente. Sé amable”. Pero el amor verdadero no siempre se siente como un abrazo; a veces, se manifiesta como una confrontación.

Vivimos en una época donde las mentiras usan la máscara de la virtud. Donde la rebelión marcha bajo la bandera de la compasión. Donde incluso pastores, padres y amigos han sido tomados por sorpresa, seducidos por la presión cultural y silenciados por el miedo. He hablado con padres cuyo corazón está destrozado. Criaron a sus hijos en la iglesia, los enviaron a la universidad, y cuando esos hijos regresaron a casa, no trajeron conocimiento, trajeron resentimiento. Resentimiento por sus valores. Resentimiento por su fe. Y en algunos casos, resentimiento por el color de su piel.

Una madre me dijo entre lágrimas: “Mi hija regresó de su primer año llamando racista a nuestra familia. Dijo que nuestra fe era colonial y que nuestros valores eran opresores. Ya no la reconozco”. Esto es lo que pasa cuando la verdad es reemplazada por la ideología. Cuando las instituciones académicas se convierten en campos de re educación. Cuando el amor se confunde con la complicidad silenciosa. Y aun así, a los padres se les dice: no digas nada. No respondas. Los perderás. Pero el silencio no es amor. Es rendición.

Vimos lo mismo en el 2020. Recuerdo haber presenciado a pastores titubear para decir las “cosas correctas” después de la muerte de George Floyd. Publicaron cuadros negros en redes sociales, participaron en vigilias por Black Lives Matter [Las vidas negras importan] y, por un tiempo, priorizaron la protesta sobre la predicación. Algunos lo hacían con buenas intenciones. Muchos tenían miedo. Pero la mayoría no entendió: nunca podrás ser más woke que los woke.

Un pastor me dijo en privado: “Pensé que si solo decía ‘Las vidas negras importan’, me dejarían en paz. Pero solo abrí la puerta a más exigencias”.

Exacto. Esa es la naturaleza de la cautividad cultural. Nunca está satisfecha.

Lo que comenzó como “amor al prójimo” rápidamente se convirtió en reparaciones, entrenamientos de DEI, teología interseccional, y el desmantelamiento de todo lo que parecía remotamente conservador o bíblico. Cuando la verdad se sacrifica en el altar de la aprobación cultural, el amor se vuelve solo un lema de marketing. Y entonces llegó el movimiento LGBTQ. Al principio, era sobre bondad. Luego inclusión. Después afirmación. ¿Y ahora? Los deportes femeninos están desapareciendo. La privacidad se derrumba. Los niños están siendo sometidos a transición de género.

He hablado con cristianos que antes decían: “No estoy de acuerdo, pero ¿quién soy yo para juzgar?”. Ahora ven a sus hijas perder becas frente a hombres biológicos. Ahora se dan cuenta que la T en LGBTQ significa que ya no existe tal cosa como mujer.

Y preguntan: “¿Cómo llegamos hasta aquí?”.

La respuesta: dejamos de decir lo difícil.

Permitimos que la falsa compasión silenciara la verdadera convicción. Confundimos la cortesía con la santidad. Pensamos que amor era aprobación.

Pero no solo estábamos equivocados; nos superaron en estrategia. La guerra no es solo sobre moralidad; es sobre definiciones. Han secuestrado el lenguaje de las Escrituras para predicar el evangelio del yo. Y muchos en la iglesia se lo permitieron. Pero el amor verdadero no miente para proteger sentimientos. No se doblega ante los vientos culturales. El amor verdadero dice la verdad, porque solo la verdad libera a los pecadores. Esto no es compasión. Es conquista, guerra ideológica disfrazada con lemas y sentimentalismo. No solo quieren que guardes silencio. Quieren tu sumisión. Y cuando eso falla, se conforman con tu desaparición.

No te están pidiendo coexistir. Te están pidiendo arrodillarte.

Esto es lo que pasa cuando los pastores cambian sus Biblias por palabras de moda. Cuando las iglesias hacen grupos focales en lugar de reuniones de oración. Cuando la misión de la iglesia se reduce a la amabilidad a cualquier costo.

Pero un evangelio que no ofende a nadie, no salva a nadie.

Cristiano, no te están pidiendo susurrar. Estás siendo llamado al frente de batalla. Esta no es la hora para una fe pasiva. Esta es la hora del coraje en tiempos de guerra, claridad bíblica y firmeza inquebrantable.

No necesitas más seguidores. Necesitas una columna vertebral. Porque los lobos ya no se esconden, y tu silencio no es seguridad. Es rendición.

Jesús nunca confundió la compasión con la unidad. Comió con pecadores, sí, pero también les dijo que no pecaran más. Mostró misericordia a la mujer en el pozo, y expuso su necesidad de un Salvador. Lloró por Jerusalén, pero también volcó las mesas.

La verdad sin amor es un martillo. Pero el amor sin verdad es un sedante.

Si amas a tus hijos, diles la verdad, aunque hagan miradas que indiquen que eres anticuado, pasado de moda. Si amas a tu congregación, predica la verdad, aunque la multitud se vaya. Si amas a tus amigos, habla la verdad, aunque pierdas la amistad.

Porque el silencio no salva a nadie. Solo la verdad salva.

“Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32).

Pastores, abran sus Biblias, no sus manuales de recursos humanos. Padres, enseñen a sus hijos a temer al Señor, no al mundo. Cristianos, no cambien su voz por los aplausos. Este es el momento para levantarte. No necesitamos más cristianos complacientes. Necesitamos cristianos valientes.

El amor no siempre es suave. A veces, el amor suena como advertencia. A veces, el amor se siente como una pérdida. A veces, el amor significa confrontación. Porque la verdad no es odio. Y el silencio no es paz. Y el amor, el amor verdadero, nunca permanece callado ante la mentira.

Oración Puritana para el día del Señor

“Oh Señor, que pueda acercarme a Ti con santa valentía,

teniendo acceso por la sangre de Jesús.

Que no olvide las pruebas y tentaciones de esta semana,

sino que anhele el descanso y la adoración que has ordenado.

Ayúdame a preparar mi corazón para oír Tu Palabra,

confesar el pecado con honestidad,

alabarte con reverencia,

y comunicarme contigo por fe.

Que el día de reposo nunca sea una carga,

sino siempre un deleite,

el mejor de los días,

mi cielo en la tierra.

Dame gracia para que mi alma se eleve por encima del cansancio de este mundo,

y busque el descanso eterno disponible para el pueblo de Dios.

En el nombre de Jesús,

Amén.

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