Hemos Desobedecido, Hemos Abandonado la Misión
Llegó el domingo. Un dia que, para un grupo muy selecto, es sinónimo de adoración a Dios y un dia muy importante para reunirse como pueblo de Dios. Es el dia que tomamos para recordar la resurrección de nuestro Señor Jesús y dar gracias a Dios porque en Cristo tenemos redención y descanso eterno.
Para otros, el domingo es sinónimo de asistir a la iglesia como tradición familiar o costumbre, para no ser desobediente a los padres, por interés personal o familiar. Y para un grupo a mayor escala es sinónimo de dia de descanso, dia de tareas en el hogar y preparativos para la semana, dia de recobrar fuerzas y dia de parques, playa, ríos, cine, y claro, de compras al mall. Por supuesto que no hay nada malo en tomar un dia de la semana para descansar y pasar tiempo en familia, de hecho, esto es altamente recomendado, después de todo, nuestro primer ministerio es el hogar.
Pero, ¿qué sucede cuando tomamos la misión que el Señor nos ha encargado, y más, ordenado por mandato y la convertimos en una liturgia o costumbre de domingo? ¿Qué sucede cuando olvidamos que somos heraldos del Señor en esta tierra y tenemos una encomienda de vida o muerte? ¿Dónde hemos dejado la instrucción de “ir y hacer DISCIPULOS”?
Claro, tenemos un llamado a congregarnos y a reunirnos como pueblo para adorar a nuestro Dios (Hebreos 10:24-25), para estudiar Su palabra, para instruirnos, exhortarnos y hasta para amonestarnos… así como para conocer las necesidades de cada hermano en la Fe.
Pero, tenemos un problema, y es que Hemos Desobedecido y Hemos Abandonado nuestra Misión como pueblo de Dios, como Iglesia del Señor cambiando el mandato de “hacer discípulos” por el de reunirnos cada domingo para que nadie nos señale como rebeles y desobedientes.
“Cumplimos con la reunion dominical, pero fallamos en la misión semanal. Cumplimos con Llegar, pero fallamos en Salir. Cumplimos con Cantar, pero fallamos en Discipular”
Las instrucciones de nuestro Señor fueron claras
Mateo 28:18-20 NBLA
“Acercándose Jesús, les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».”
Durante Su ministerio terrenal, el Señor Jesus nos dejos muchísimas enseñanzas para la vida cotidiana, en especial el amor a Dios y el amor al prójimo. Este amor fue a tal magnitud, que cuando terminó Su obra aquí en la tierra nos dejó una última encomienda, un último mandato que apremiaba, a tal punto que comienza Su instrucción diciendo: “TODA AUTORIDAD ME HA SIDO DADA.” Ante esta declaración, el pueblo de Dios simplemente NO TIENE OPCIONES… solo queda obedecer.
La iglesia primitiva que encontramos descrita en el libro de Los Hechos de los Apóstoles entendió, creyó y obedeció esta misión encomendada por el Señor Jesus.
Lucas, el Doctor y escritor del primer Tratado o Evangelio según Lucas, escribe este segundo Tratado de Los Hechos de los Apóstoles, brindando una descripción más detallada y clara a su tal vez discípulo Teófilo (amante de Dios) de como el Señor esperaba que Su pueblo, la iglesia se comportara con relación a la misión encomendada.
Al comienzo de esta carta histórica, se nos relata y se puede palpar la importancia de este mandato del Señor:
Hechos 1:1-2 NBLA
En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido.
“La instrucción era clara, la orden precisa, el mandato apremiante… y encomendado por el poder del Espiritu Santo de Dios.”
No habían dudas de lo que debían hacer. No habían quejas. No había pesar en la encomienda… simplemente, obediencia. Ellos sabían que debían hacer discípulos!!!
La iglesia primitiva entendía a la perfección lo que el Señor esperaba de ellos y sabían que no estarían solos, ellos lo creían. Y nosotros, ¿lo creemos?
La iglesia de hoy ha desobedecido y simplemente ha olvidado su misión. Queremos un avivamiento, pero sentados en las sillas. Queremos que la iglesia crezca, pero fallamos en la encomienda de hacer discípulos. Simplemente nos hemos acomodado a la cultura de este mundo y hemos olvidado que como Cristianos debemos vivir en la cultura del Evangelio.
Hoy dia tenemos programas de niños, jóvenes, damas, caballeros, ministerios de adoración (como si el resto de la iglesia NO adorara), agrupaciones completas de músicos profesionales, manualidades, pantomimas, dramas, danzas, conferencias, retiros matrimoniales, etc… la lista de programas NO tiene fin y cada dia nos inventamos mas, así como el mundo profesional.
Queremos más números en la iglesia, pero olvidamos enseñar cuanto libros tiene la Biblia…
Queremos más cristianos fieles cada domingo, pero hemos olvidado enseñarles a tomar su cruz cada dia y a seguir al Señor…
Queremos más diezmos y ofrendas, pero olvidamos enseñarles a contar las innumerables bendiciones que el Señor nos da cada dia…
Queremos que sean fieles al pastor y al liderato, pero olvidamos enseñarles a ser fiel al Señor y a Su Palabra…
Queremos mejores discípulos, pero olvidamos discipularnos a nosotros mismos o NO permitimos se nos discipule…
Queremos que hablen del amor de Dios a otros, pero hemos olvidado enseñarles a conocer a Dios y a amarle sobre todas las cosas…
Hemos querido que la iglesia crezca, que más gentes vengan a Cristo para salvación, que muchos sean rescatados de las garras de satanás… y eso es correcto. Pero, en esa ambición por tener mas números, hemos cambiado la misión de hacer discípulos a hacer creyentes. Cuando nos envolvemos en la cultura de este mundo y el pastor se convirtió en un CEO de una empresa y los líderes en súbditos ciegos, la audiencia se convierte en un numero mas y la calidad es cambiada por cantidad.
“Volvamos a la obediencia y retomemos la Misión”
Hacer discípulos es un trabajo que es durante y para toda la vida cristiana. Desde el momento en que alguien recibe a Cristo tiene el Espíritu Santo y puede llevar a cabo la tarea de hacer discípulos.
Cada creyente es llamado a buscar ser discipulado por creyentes más maduros —con más experiencia en su caminar cristiano— y a la vez buscar un “hermano menor” para discipular. Esto no debe ser con una actitud de “yo solo aprendo de este o aquel” sino con humildad, aprendiendo de todos y recordando al mismo apóstol Pablo, que trataba a todos como sus hermanos y colaboradores.
“La influencia que Dios nos permita tener debe ser usada para proclamar un solo Nombre, y no es el nuestro.”
Llevar a cabo esta tarea sólo el domingo es muy difícil. Es necesario que contínuamente, en la vida cotidiana, estemos creciendo juntos en el conocimiento del Señor.
Recuerda nuestra meta en esta tierra:
Efesios 4:13 NBLA
“hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”
A.Colón
Coram Deo, En la Presencia del Señor