Una Iglesia… dos Señores
Vivimos en el tiempo de la cautividad. Es un tiempo donde hemos sido atrapados y llevados al cautiverio por placeres, deleites, poder, dominio, posición social, estatus económico y posición política. Nos domina lo material. Nos controla lo efímero. Nos devora lo pasajero.
La iglesia del Señor NO es la excepción. Hemos adoptado el estilo de vida de este mundo y ahora, de manera trágica y lamentable, hemos decidido servir a dos amos, a dos señores.
El Señor en Su Palabra nos hace una severa amonestación que hemos olvidado, y mas que eso, simplemente la hemos ignorado totalmente. El nos apunta a la importancia de no tornar nuestra mirada a las cosas de este mundo, de no servir a satanás y a los deleites temporeros que este ofrece… sino a poner nuestra mirada en las cosas de arriba, en lo eterno.
1 Juan 2:15-17 NBLA
“No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
La cautividad por las cosas de este mundo, simplemente nos ha llevado a amarle de tal manera que hemos olvidado a quien servimos. Este mundo (su orden, forma de hacer las cosas, su control y dominio, sus pasiones y sus placeres) pertenecen al príncipe de este mundo, satanás (Efesios 2:2). La Palabra del Señor es clara “si amas a este mundo y las cosas que en el están” tu amor ha cambiado de dirección. Ahora, tu relación ya no es mas una vertical… sino una horizontal. Lo eterno no tiene importancia o valor, pues lo material y efímero ha tomado su lugar.
El amor de la iglesia por lo eterno también ha cambiado por la pasión de lo perecedero. Aunque el ser apasionado por algo, en si mismo, no es malo… la Escritura siempre apunta la pasión a la codicia, a la lujuria, a lo maligno.
Hoy, la iglesia prefiere luces tenues, logos en neon, predicadores sentados en un “stool”, en gorra y corto pantalón…
Una dicción y oratoria pausada, tenue y delicada… algo como un TedTalk que cautive a la audiencia con precision…
La iglesia busca modelos de este mundo, hombres que se dejen moldear por la influencia de lo material y terrenal, olvidando que el mensaje es uno espiritual y eternal.
Ya no se predica de la santidad… pues somos llamados a la vanidad, a la carnalidad y la superficialidad.
“La Iglesia ha quitado la mirada de la Escritura, de lo eterno… y la ha colocado en el hombre, en lo material, en lo perecedero.”
Hoy dia, mientras mas alta es la vara del mundo, o la medida como el mundo opera, mas bajamos los estándares de lo que Dios ha dicho….
El pastor tiene que tener un doctorado, tiene que ser un PROFESIONAL…
porque el llamado del Señor ya no es suficiente, ahora necesita credenciales del mundo.
El predicador tiene que tener un mínimo de cuatro años de seminario Bíblico…
porque la unción del Espiritu Santo en el no es suficiente… ahora necesita la acreditación nacional.
Los lideres tienen que vestir como los CEO de las empresas mas famosas o no puedes estar en el púlpito ni liderar…
porque el hombre que viste como campesino o el joven que trae mahon son un insulto a la institución.
Sino eres del grupo “elite” de la iglesia NO puedes ser líder…
porque tu cuenta de banco en negativo y no tener una posición social elite te descalifica del don que Dios te ha dado.
El mensaje tiene que ser políticamente correcto y no puedes mencionar el pecado ni la corrección…
porque hablar del pecado, traer corrección y amonestación hoy dia son un mensaje de odio y falta de amor.
Si el predicador tiene una de voz es muy fuerte o suena muy agresivo, no tiene amor…
porque hoy dia la amonestación es un mensaje de odio y separación.
Odiamos lo eterno porque estamos cautivos por lo pasajero, lo efímero, lo temporal.
El Señor Jesus fue muy claro… debemos aborrecer lo que este mundo ofrece y aferrarnos a lo eterno.
En Mateo 6:24, Jesús dijo: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas".
Estas palabras las pronunció como parte de Su Sermón del Monte (Mateo 5-7), en el que había dicho que era una tontería acumular tesoros en la tierra, donde "donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan" (Mateo 6:19-20); en cambio, nos instó a acumular tesoros en el cielo, donde durarán para siempre. El obstáculo que nos impide invertir sabiamente es el corazón.
Amamos mas al hombre, la institución, el grupo, el concilio, la asociación… que lo que el Señor nos ofrece. Somos devotos de hombres, cautivos por su culta elocuencia y sofisticada apariencia.
Donde esté nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón (Mateo 6:21). Seguimos lo que ha cautivado nuestro corazón, y Jesús dejó claro que no podemos servir a dos señores.
Un amo es todo aquello que nos esclaviza (Romanos 6:16). El alcohol, la lujuria, la pornografia y el dinero son los amos de algunas personas. Para otras son los logros académicos y el estatus social. En la advertencia de Jesús de que no podemos servir a dos amos, especifica que el dinero es un amo que se opone a Dios.
El llamado de Jesús a seguirlo es un llamado a abandonar todos los otros amos, todos los demás señores… incluyendo hombres e instituciones.
Llamó a Mateo desde el puesto de recaudación de impuestos (Mateo 9:9). Mateo obedeció y se alejó de la riqueza extravagante y de los tratos sucios.
Jesús llamó a Pedro, Santiago y Juan desde los muelles de pesca (Marcos 1:16-18). Obedecer el llamado de Jesús significaba que tenían que dejar atrás todo lo que conocían, todo para lo que habían trabajado.
Jesús llamó a Pablo, un fariseo exitoso, con las palabras: "Le mostraré cuánto debe sufrir por mi nombre" (Hechos 9:16). Esas palabras nunca aparecerán en una campaña publicitaria masiva de la iglesia o de la boca del predicador, aunque tal vez deberían, porque eso es lo que significa seguir a Jesús (Lucas 9:23).
Pablo dejo a su maestro Gamaliel atrás, dejo su oficio atrás, dejo su posición social atrás para seguir a un solo maestro… Jesus. Debemos dejar todo atrás, sin importar el costo. Eso es ser un verdadero discípulo (Mateo 10:34-39).
El derecho que Jesús tiene sobre nosotros es exclusivo. Él nos compró con Su propia sangre y nos liberó de nuestro antiguo amo, el pecado (1 Corintios 6:20; 7:23; Romanos 6:17). Él no comparte Su trono con nadie. Durante el tiempo que Jesús estuvo en la tierra, algunas personas lo siguieron durante un tiempo, pero su devoción fue superficial (Lucas 9:57-62) como muchos que asisten cada domingo a sus iglesias… su devocion es a la institucion, al predicador, al pastor. Muchos quieren algo que Jesús ofrece, pero no están comprometidos con la cruz y mucho menos están dispuestos a padecer por Jesus (Marcos 10:17-22). Otras cosas se interponen y son mas importantes, sirviendo así a dos señores.
Si intentamos servir a dos señores, tendremos lealtades divididas y, cuando las dificultades del discipulado choquen con la seducción del placer carnal, la atracción magnética de la riqueza y el éxito mundano nos alejará de Cristo (2 Timoteo 4:10).
El llamado a la piedad va en contra de nuestra naturaleza pecaminosa. Sólo con la ayuda del Espíritu Santo podremos permanecer dedicados a un solo Señor.
A.Colon
Coram Deo, En la Presencia del Señor